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martes, 11 de junio de 2013

Escalofriante despertar.

Ángel.
Suena el despertador, un pitido ensordecedor, irritante, un suave movimiento de muñeca y logro apagar aquel sonido. Lentamente abro los ojos, una luz cegadora invade mi habitación, junto a mí, está mi mujer, el suave olor de su perfume me produce nauseas. La miro unos instantes, instantes para darme cuenta de que le odio, que todas aquellas broncas tienen que acabar, debo enseñarle que el que aquí manda soy yo. Me subo en su regazo y empiezo a zarandearla, lentamente empieza a abrir los ojos, bien, ya ha empezado la función, pienso. Me arrimo a su cara y le susurro al oído:
-Esto tiene que acabar.
Ella no hace caso a mis palabras y vuelve a dormirse, aquella reacción hace que por mi mente pasen ideas escalofriantes, ideas que mi inconsciente quiere que cumpla.
Abro la mano y con un fuerte movimiento la dirijo hasta su cara, pero, a unos pocos centímetros la paro. Esta vez, hago sonar mis nudillos, preparo mi puño, le doy un beso y con un rápido movimiento, golpeo la cara de mi mujer.
Ella se despierta sobresaltada llevándose las manos a la cara, me mira, noto en su mirada tristeza, pero a la vez rencor, desconcierto y temor.
Respiro profundamente y empiezo a golpearla por todos los sitios, ella no pone resistencia, ni siquiera grita, solo me mira, y por sus labios consigo oír un; “Yo te quería.”
Al oír esas palabras paro, noto dolor en los nudillos, todo empieza a moverse, pero lo que en realidad me duele es el corazón. Me levanto sin decir ni una palabra y dejo a mi mujer inconsciente en la cama, sin ninguna  intención de volver.
Cojo mi teléfono y marco el número 112 y tiro el móvil al suelo, con la esperanza de que localicen la llamada.
Claudia.
Una presión en las piernas y unos pequeños empujones provocan mi despertar, sobre mí, se encuentra mi marido, aquel que en tantos momentos me ha acompañado. Me susurra algo al oído, no logro entender lo que me dice, puesto que el sueño  vence conmigo.
De repente, un tremendo escozor invade mi cara, sobresaltada, logro cubrirme el rostro, sucesivamente varios puñetazos me atizan en todo el cuerpo. Abro los ojos y veo a mi marido pegándome, no logro articular palabra, únicamente de mis labios sale un “yo te quería”. No consigo reconocer lo que era mi marido, en él solo logro ver odio, rabia, incluso agonía. Ya no está el hombre al que tanto había amado,  al que había confesado mis más profundos secretos, al que entregue mi alma en  pedazos, pedazos que con el tiempo fueron regalados.
Justo antes de desmayarme, consigo ver por la rendija de mis ojos que ya no siente odio ni rabia, sino que siente, decepción, tristeza y sobre todo amor. Me lo había imaginado de miles de maneras, pero nunca había pensado que sería así. Pensé que le guardaría rencor, pero sorprendentemente no siento eso, siento admiración. Admiración, porque fue capaz de reflejar sus sentimientos por muy duro que hubiese sido y porque lo último que vi en sus ojos fue amor.



SWTTBL.


1 comentario:

  1. Wow, me encanta la profundidad del texto!!

    Pocas personas escriben así como tú.

    (':

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